sábado, 18 de enero de 2014

Seis, jodido seis.

Una noche parecida a esta hace varios días te escribí una carta. A pesar de que nunca te la di, y está guardada en algún lugar entre mis cosas, aún recuerdo todo lo que decía y más que nada la forma en la que te la escribí. Un día antes de que las cosas terminaran, por primera vez, entre nosotros me encerré en la madrugada a escribirte. Tal como esta noche, no podía conciliar el sueño pensando en ti. En otras palabras, en mi, ya que te encontrabas impregnado en mi desde entonces. Lo triste es que no he vuelto a pensar en mi sin pensar en ti, y todo comenzó desde esos momentos. La intensidad con la que te escribí, nunca la olvidaré. Mientras las lágrimas recorrían mis mejillas, yo te suplicaba que no me dejaras, que siguieras a mi lado, que todo siguiera como siempre. Y por primera vez me dió igual el dolor, lo único que quería era tenerte. Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo, porque son sólo ocho meses y todo ha pasado muy rápido, lo que empezó siendo un amor de verano acabó siendolo todo. Al principio te quería, a secas. Luego fue una lucha constante por olvidarte, por dejar el dolor a un lado, porque sólo viniste con tristezas. Sé que si algún día llego a importante (de verdad, no como tu decias) y lees esto, sabrás de sobra que va por ti, y quiero que lo sepas. Pero ya ha acabado todo, ¿no? (¿en serio estoy diciendo esto, otra vez?¿de verdad ya se ha acabado, de verdad que no he podido disfrutar lo que sería tenerte entre mis brazos mientras te he querido como nadie lo hará jamás?). He intentado tantas veces que llegara este momento, estaba soñando como sería vivir yo sola, sin depender de ti, pero ahora que lo he conseguido echo de menos quererte. Suena tan estúpido, es como decir que echo de menos el dolor, es como decir que echo de menos las lágrimas, que echo de menos a alguien que creía conocer. Yo dependía de ti, dependía de como me tratases, dependía de tu sonrisa, pensaba que no podría vivir sin ti, pero ahora ya no hay vuelta atrás creo. Me hacias tocar el cielo y al instante estaba metida bajo tierra, sin salida, por tú culpa. Me enseñaste a sentir tantas cosas, me enseñaste a sentir el dolor, incluso me enseñaste a no sentir nada. Ni alegrías, ni tristezas. Podrías hacer conmigo lo que quisieses, hubiese movido tierra sólo por verte sonreír. Ahora, no. Ahora sólo eres un recuerdo, un recuerdo que sé que nunca olvidaré, porque no olvidas la primera vez que quieres de esta manera, no olviderá la primera vez de muchas que lloré por ti, pero muchísimo menos olvidaré las sonrisas (que fueron pocas, por cierto).

Pero, guardame un secreto. Una pequeña parte de ti sigue incrustada en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario